Adrián de Torres bordó el toreo. Además, en los dos astados. Se fue de vacío porque, al final, la espada le privó de lo que pudieron ser cuatro orejas. Sin embargo, el público de Los Navalmorales se marchó muy lleno porque el novillero linarense no pudo estar mejor con el capote y la muleta. Impresionó hasta a los propios profesionales. Ahora, ya tiene la mente puesta en su compromiso en Azuqueca de Henares.
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Buen toreo en su primero, flojo y sin transmitir en el segundo. Con la espada una auténtica pena...daría argumentos más que suficientes a Carod Rovira
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